viernes, 24 de septiembre de 2010

Papeles secundarios

No hay cosa más fácil que hacer una lista de personas que sean importantes para ti. En ella pues quizás entrarían tus padres, tus hermanos, algún abuelo, un/a tío/a, una persona especial, o dos, y seguramente algún primo y amigo. He aquí un reparto de papeles principales para tú familia, tus amigos más cercanos y seguramente, en caso de tenerla, tú pareja.


Resulta fácil, y es que son las personas que ves a diario, o que amabas pero fallecieron. En fin, personas que dejaron huella en tu vida y que para bien o para mal colaboraron en la misma.


Puedes empezar por las personas que te dieron a conocer el mundo tal y como ellos lo veían, también por una amiga, aquella que te provocó tantas sonrisas y te borró tantas penas nos sirve, también vale la que te traicionó, también tu novio o marido.


Seguimos con nuestra lista… vaya… parece que son menos de los esperados. Bien, comenzamos a añadir otro tipo de personas, personas que están o que estuvieron, personas de las que aprendimos, que nos esperaron, que nos adularon o que nos insultaron. No son importantes, o no tanto, pero ahí están, forman parte de nuestra vida. Vale nuestra mascota, también nuestro compañero de trabajo, nuestro jefe e incluso nuestro peluquero.



Al principio, cuando te habían planteado hacer la lista no creías que fueran importantes pero quizás lo sean, de una manera u otra te afectan, influyen en tu vida, moldean tus pensamientos y ocupan espacio y tiempo. Son importantes.


Ahora te haces un lío y no sabes si meter ese nombre en importante o secundario, seguramente pienses una cosa pero sientas otra. Te puedes dejar guiar por las veces que hablas con el al día, o las veces que la recuerdas, este último es un método que no falla.


Ya tenemos un buen montón de nombres. Empezaste fuerte y has ido frenando hasta parar. Coges la hoja entre tus manos y repasas la lista para comprobar que no falta ninguno, parece que ya la tienes. Ahora retrocedamos.


Coge el rotulador y tacha aquellas personas que no te hubiera gustado cruzarte por el camino. Aquellas que bueno… aquellas de las que aprendiste, las que te ayudaron a ser lo que eres, pero no por el buen camino, sino por el otro… Te decides a tachar el primero y cuando vas a atravesar su vida tus sentidos se detienen...


No puedes tacharlo, forma parte de ti. No puedes olvidarlo, ni siquiera puedes dejar de hablar de el en silencio, no puedes mirar atrás y ni mucho menos adelante sin pasar por el. La lista queda bloqueada. No sobran nombres pero te faltan piezas, dicen que nadie termina con nada.

lunes, 9 de agosto de 2010

Amazing Stories

Eran tiempos de no dormir, de zapatos, de refrescos ácidos y de perfumes de noche. Eran tiempos de saltar, gritar, olvidar el sol y trasnochar. Tenía entre doce y catorce años y los años ya me pesaban como pesadas losas de hormigón. Eran tiempos de “empezar a salir”, de quedar con amigos durante la noche y de dormir durante el día.


Este nuevo método de “aprovechamiento” de los fines de semana me parecía cuanto menos patético. Era mi tiempo libre después de cinco días de colegio, después de cinco mañanas de despertador y de cinco noches de mirar el reloj. Quería aprovecharlos como a mi me gustaba y no como debía hacerse. A mi manera.


Por aquel entonces descubrí una serie de televisión. La emitían en Canal 9 en horario de noche (entre las once y las doce) y su título rezaba Amazing Stories (llegó a nuestro país como Cuentos Asombrosos). Era una serie de ciencia ficción. Cada semana relataban una historia en la que un niño, un joven o uno de los mayores sufrían en sus carnes un episodio fantástico. Dirigida por el fenómeno Spielberg fue una serie que no aguantó más de dos años en pantalla pero que exprimí y recordé durante todos estos años.


Noches de televisión, de historias de indios, gentes del espacio, milagros extra-oficireligiosos y criaturas horripilantes sustituyeron por completo a todas aquellas noches de salidas. Hasta que no cerraron la serie no volví a pisar un pub.


Me ayudaba a conciliar el sueño, a crear mis propias historias y a creer en la magia. Historias asombrosas, cortas, concretas y directas al cerebro. Antes de probar mi primera gota de alcohol, antes incluso de inspirar la primera bocanada del humo ajeno, ya era adicto a estos cortos de Spielberg.


Hace unas semanas di con la primera temporada completa en Fnac. La alegría fue monumental, jeje.


Dejo un video con la intro de la serie.